lunes, 28 de mayo de 2012

Enlighten Up .Hasta La Iluminación SubEsp

Lo que desmotiva


El espíritu emprendedor suele ser una cualidad imprescindible para triunfar como empresario, pero no es suficiente. Para coordinar a un grupo de empleados o colaboradores y sacarle el máximo rendimiento a su trabajo se necesitan otra serie de cualidades relacionadas con la psicología organizacional que no se suelen aprender en las escuelas de negocios.
La línea entre el éxito y el fracaso empresarial suele ser tan estrecha que los errores insignificantes se pueden convertir en la antesala de un malogrado proyecto. Para evitar estas situaciones hay que tener en cuenta ciertos impulsos, comentarios y conductas con un efecto imperceptible en un primer momento, pero que si se repiten constantemente acaban teniendo un impacto determinante en la organización, dañando el clima de trabajo y minando la capacidad productiva del equipo. El primer paso para ser un buen jefe es saber lo que no se debe decir ni hacer, como se explica en el siguiente decálogo, donde se recogen los errores más frecuentes.
“No me vengas con problemas: tráeme soluciones”
Un jefe debe favorecer las condiciones adecuadas para que sus trabajadores realicen correctamente su labor, aunque sin dejar de animarlos para que resuelvan los problemas por sí mismos. Utilizar sistemáticamente respuestas como “deja de quejarte y haz tu trabajo” provocan que el trabajador se sienta poco valorado, lo que afectará a su productividad en la empresa.
Incumplir las promesas
A la hora de motivar a un equipo con incentivos se debe tener la certeza de poder cumplir lo prometido. Este tipo de estrategias son muy recurrentes entre los jefes para obtener beneficios adicionales de sus empleados pero, si bien logran su cometido en un principio, al incumplir las promesas se desgasta la relación laboral creando un sentimiento de frustración y desengañoentre el equipo.
“Lo tendré en cuenta”
Los jefes deben ser directos y evitar los eufemismos del tipo “ya valoraré si considero tu opinión”. No es de recibo intentar deshacerse diplomáticamente de una solicitud o propuesta porque creará confusión y no contribuirá a la solución de problemas. Lo mejor es decir lo que realmente se piensa, sea positivo o negativo, para evitar dar la sensación de que no interesan las propuestas de los trabajadores por sistema.
Hacer comparaciones entre los trabajadores
Se dice que las comparaciones son odiosas, pero cuando se hacen entre dos trabajadores de un mismo equipo se multiplican sus efectos negativos. Su doble impacto se debe a que esta actitud desmoraliza tanto al humillado como a los testigos. Además, las alabanzas a un empleado pueden despertar suspicacias entre sus compañeros y enrarecer el clima laboral.
“No te pago por pensar”
Un jefe que maneja a su equipo bajo el concepto de “te pago para que hagas lo que ordeno y nada más” creará una fuerte desmoralización entre el grupo. Al mismo tiempo, se desaprovecharán las capacidades de los mejores trabajadores que verán como ese empleo no cubre sus expectativas laborales. Este tipo de frases también ponen al descubierto que el jefe se siente inferior a sus trabajadores
Desconfiar por sistema de los subordinados
Aunque esta actitud puede estar completamente justificada, puede tener efectos negativos sobre los empleados si estos sienten un control excesivo sobre ellos. La sensación producida es que son incapaces de hacer solos su trabajo. Esta situación coartará la iniciativa de los empleados y el trabajo en equipo perderá todo su sentido.
Apropiarse de los méritos de los empleados
Cuando se solicitan ideas e iniciativas a los trabajadores se debe reconocer su autoría, en lugar de apropiarse de ellas. Las actitudes de los jefes deben encaminarse a facilitar el mejor desempeño profesional entre su equipo, por lo que se deberán evitar los engaños. Tarde o temprano, todo se acaba sabiendo y los jefes que hayan ascendido a base de copiar ideas a los demás, crearán una burbuja que pronto se acabará desinflando.
“Deja todo lo que estés haciendo y ponte con esto ahora mismo”
Existen ciertas circunstancias en las que surgen urgencias y se hace comprensible un repentino cambio de planes, pero cuando esto se convierte en una tónica diaria perderá su sentido. Este tipo de indicaciones son el reflejo de una inadecuada planificación de las tareas, que entorpecerá el trabajo del grupo y provocará más retrasos.
Hacer gala de tu posición de poder cuando no sea estrictamente necesario
El excesivo culto al ego puede resultar lesivo para los subordinados, afectando a su dignidad personal y profesional. La arrogancia y la exhibición de privilegios sólo acabarán por minar el respeto hacia el jefe, reduciendo su capacidad de coordinación y mando.
Estar irritado permanentemente
La incapacidad para entablar una relación cordial con los trabajadores losbloquea y provoca que disminuya su concentración. La irritación permanente va en contra de algunas de las cualidades más preciadas en un jefe, como plantar cara a las adversidades, mantener el autocontrol y ser receptivo.