lunes, 7 de febrero de 2011

La Inteligencia la creamos con la actuación adecuada

Lamentablemente, la investigación de Binet y Simon sirvió a la larga como una medición numérica de la inteligencia heredada, y como tal se utilizó durante décadas con el fin de etiquetar, discriminar y alentar/desalentar a las personas.

Muchos suelen hablar del CI como si se tratara de una teoría estándar probada y sin discusión, cuando en realidad hace mucho tiempo que sus conceptos básicos están obsoletos y carecen de la validez.
La tendencia actual: Desarrollo evolutivo no determinante

La mayoría de los estudios sobre inteligencia lo que muestran es que la idea de una inteligencia heredada fija, donde unos son genios, otros promedios y la gran mayoría mediocres, no es correcta, al contrario, fomenta el conformismo, las etiquetas, la pasividad y la idea de que ante la herencia no hay nada que hacer.

Por mucho que se haya repetido hasta la saciedad la idea de una inteligencia fija, lo que muestran los estudios contemporáneos es algo muy diferente: La inteligencia se desarrolla. No se nace genio, el genio se hace.
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Como afirma Robert Stemberg, de la Universidad de Tuffs, en EEUU: "La inteligencia representa un set de competencias en desarrollo".

Mihaly Csikszentmihalyi, Kevin Rathunde y Samuel Whalen autores del libro Talented Teenagers: The Roots of Success and Failure (Cambridge: Cambridge University Press, 1996) señalan que: “Personas con un alto récord académico no necesariamente han nacido más 'inteligentes' que otras", la diferencia es que han trabajado más duro y con mayor autodisciplina que otros.
El esfuerzo impulsa la inteligencia

El mismo Csikszentmihalyi en su libro Aprender a fluir (Barcelona: Kairós, 1998), señala que “la inteligencia tiene que ver con una gran variedad de procesos mentales”, implicar que hay determinismo en esto es no entender el verdadero sentido de la inteligencia.

Csikszentmihalyi sostiene que “los talentos innatos no pueden desarrollarse en una inteligencia madura a menos que una persona aprenda a controlar la atención”, y agrega, “se necesita mucho esfuerzo para asimilar el conocimiento y las capacidades necesarias para llevar a cabo las operaciones mentales que se supone que debe realizar un profesional adulto”. La inteligencia no es resultado del azar genético, sino del empeño constante y sostenido.

Las personas llegan a ser cada vez más “inteligentes” en el área en que se desenvuelven, no por casualidad sino por esfuerzo.

Mentalidad abierta al crecimiento

Carol Dweck, de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, en su libro La actitud del éxito (Barcelona: Ediciones B, 2007) señala que los estudiantes que llegan a comprender que la inteligencia no es algo fijo y determinado, sino por el contrario, es dúctil y maleable son más exitosos y con mayor ambición intelectual.

Del mismo modo, la autora señala que existen personas con mentalidad fija y otras abiertas al crecimiento. Las primeras tienden a no desarrollarse y estancarse, es más sencillo para estas personas creer en determinismos y condiciones prefijadas, al contrario de quienes están más abiertos al cambio.
Una inteligencia maleable. La mediocridad se aprehende no se hereda

Lo que realmente marca la diferencia entre una persona y otra no son las condiciones predeterminadas, sino:

* Las actitudes que se generan en su ambiente frente a la posibilidad de avanzar con esfuerzo.
* El estilo de enseñanza que propicia la creatividad y el descubrimiento.
* Los ejercicios que los padres proponen a sus hijos y que permiten el descubrimiento y el desarrollo de la curiosidad.

Según los análisis de los investigadores de la inteligencia y la creatividad, la mediocridad es en general aprendida, no heredada.

Las habilidades no están genéticamente determinadas, sino que son maleables, cultivables y con esfuerzo y tesón, muchas personas que probablemente estarían marcadas por la mediocridad, pueden convertirse en personas de notable éxito.
El condicionamiento del coeficiente intelectual

Generaciones de padres y maestros se educaron creyendo en el determinismo del coeficiente intelectual o el CI y sin quererlo condicionaron a sus hijos o alumnos a ser menos de lo que podrían haber sido si hubieran entendido que en realidad, la inteligencia se desarrolla y se moldea.

Leer más en Suite101: La condena falsa del coeficiente intelectual (CI) http://www.suite101.net/content/la-condena-falsa-del-coeficiente-intelectual-ci-a37015#ixzz1DJGUhf9F

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